Antiguamente, los marineros romanos llevaban amuletos de aguamarina para protegerse de las tormentas. Según la leyenda, procedía de los cofres de las sirenas y garantizaba una travesía segura. También se dice que el emperador Nerón utilizó aguamarina pulida como primera versión de gafas para mejorar su visión de los espectáculos de gladiadores. Esta piedra, asociada a una visión clara y a la protección, ha sobrevivido a los tiempos, quedando asociada al agua y a los viajes.